ALFREDO

El próximo 11 de enero se cumplirán 20 años del asesinato de Manuel Pérez Portela, un empresario de O Rosal propietario de una empresa de excavaciones y construcciones que lleva su nombre, y que ese fatídico día de hace dos décadas recibió un tiro en la frente en el antiguo vertedero del Monte do Torroso en A Guarda.

Su asesinato fue minuciosamente orquestado meses antes con llamadas telefónicas. El señuelo fue una finca que alguien quería venderle. Tras varias llamadas, el presunto vendedor, y probablemente su ejecutor, lo convenció para verse y mostrarle el terreno que quería vender.

Manuel Pérez acudió a la finca de O Torroso en su coche. Lo dejó cerrado a unos 200 metros y se adentró a ver la propiedad. Allí, agazapado detrás de un peñasco, lo aguardaba el autor del disparo que acabó con su vida. Su familia, alarmada por la tardanza, lo llamó al móvil, pero como nadie respondía fueron en su búsqueda y recorrieron el monte. Poco después de las tres de la tarde localizaron su cuerpo.

El asesino se llevó la cartera del empresario y un sobre con 100.000 pesetas (600 euros) que llevaba para hacer un pago, aunque el robo quedó descartado como posible móvil del crimen. La Guardia Civil encontró días después el teléfono móvil del rosaleiro debajo de una piedra.

La Guardia Civil rastreó las llamadas recibidas en el móvil de la víctima y pudo ubicar las realizadas por el presunto vendedor en distintas cabinas telefónicas. La última se realizó desde una tienda próxima a la casa de Manuel Pérez el mismo día de su fallecimiento.

Tres personas utilizaron el teléfono público de la tienda ese día. “Dos de las personas las descartaron porque estaba claro a donde llamaron y la tercera es el sospechoso, un antiguo vecino de O Rosal que había tenido un enfrentamiento con nuestro padre y que creemos que fue él quien acabó con su vida”, explica Gene Pérez, una de sus hijas.

Tras todos estos años, las investigaciones no han llegado a buen puerto y no hubo ningún detenido. A punto de prescribir el crimen de Manuel Pérez, su familia, cansada de no tener respuestas, mueve filla y pide «al Juzgado de Instrucción número 1 de Tui que llame a declarar como investigado al único sospechoso de la muerte de nuestro padre», señala Juana Pérez, otra de las hijas del constructor.

Una de las pruebas que consideran fundamentales es la búsqueda de ADN del asesino en el teléfono móvil. Creen que pudo ser él quien borró el registro de llamadas en el celular. Sin embargo «de manera inexplicable, el móvil de nuestro padre se perdió en el juzgado. No queremos que el delito prescriba para el único sospechoso porque podría aparecer más adelante y ofrecer datos relevantes para el esclarecimiento del caso. Nuestro error fue confiar en la justicia y nunca hicimos nada. Es como si fuera todo en contra nuestra», comenta Gene Pérez.