La tarde en Abanca Balaídos comenzó con una imagen para el recuerdo. Bajo la lluvia, el celtismo volvió a dar una lección de afouteza con el primer recibimiento de la temporada: bengalas, cánticos y un cielo teñido de celeste y rojo marcaron el camino del equipo hacia el templo. Un ambiente mágico que auguraba una tarde especial.

Sin embargo, el encuentro arrancó con un contratiempo inesperado: Starfelt tuvo que abandonar el terreno de juego por lesión a los pocos minutos, desajustando una zaga que tuvo que reorganizarse sobre la marcha. Aun así, el equipo de Claudio Giráldez no se vino abajo y empujó con intensidad en los primeros compases.

El dominio era celeste, pero el Espanyol supo cerrarse con orden y concedió muy poco. En el minuto 28, un despiste defensivo permitió al cuadro perico adelantarse por medio de Roberto Fernández, que desvió sutilmente un pase de Puado ante la salida de Guaita. Un golpe duro tras un buen inicio de partido, que cerró una primera mitad con más intención que precisión por parte del Celta.

La segunda parte comenzó con los celestes volcados al ataque. Lo intentó Pablo Durán, lo probó Aspas con un disparo ajustado… pero cuando parecía que el empate estaba cerca, el Espanyol volvió a golpear. Roberto Fernández aprovechó un balón suelto tras un mal despeje para firmar el segundo y definitivo tanto. Pese a los intentos finales, con Fer López como protagonista, el balón se negó a entrar y el marcador terminó 0-2.

El Celta cae en casa tras una buena racha, pero con la certeza de haber competido y luchado hasta el final. Ahora, toca levantarse y pensar ya en la próxima cita en Montjuic ante el FC Barcelona.