La festa da Langosta y de la Cociña Mariñeira celebrada durante el pasado fin de semana en A Guarda, fue un verdadero éxito. Tanto los restaurantes presentes en la carpa gastronómica, como la bodega, la cafetería y la confitería, o los artesanos participantes en la feria y el propio Ayuntamiento, organizador del evento, confirman que la XXV edición de esta fiesta superó todas las expectativas y fue mucho mejor que celebración de los años anteriores.
En total, entre los cuatro restaurantes vendieron 500 kilos de langosta, servida tanto la pieza entera como la mitad y, tanto cocida como a la plancha. Además de este preciado marisco, los establecimientos también ofrecieron pulpo, navajas, empanadas, croquetas, percebes, brochetas o buñuelos de rape.
Toda la gente que durante todo el fin de semana se acercó a la carpa, hizo que algunos de estos productos el domingo ya estuvieran agotados, como por ejemplo las croquetas de langosta o los “saquiños recheos” de marisco.
Los comensales fueron una constante durante todo el fin de semana. El viernes a la noche, coincidiendo con la apertura de la carpa y la demostración gastronómica del chef pregoeiro da festa, Yayo Daporta, la carpa instalada en el Puerto da Guarda, estuvo prácticamente llena.
El sábado, la gente comenzó a acercarse por el recinto a las 12:00 horas del mediodía, momento en el que los restaurantes ya comenzaban a servir sus platos.
Este año, lo que más llamó la atención, fue que los comensales fueron llegando de manera muy graduada y constante.
Entre la gente que visitó la carpa se encontraban muchos vecinos de A Guarda, O Rosal o de Tui, pero también gente llegadas desde otros puntos de Galicia, como Santiago de Compostela, A Coruña, Ourense o Sanxenxo.
Muchos de los visitantes eran madrileños, canarios, extremeños, catalanes o leoneses, pero sin olvidar a los comensales internacionales llegados de Portugal, Inglaterra, Francia o Alemania.
A pesar de que la fiesta principalmente se basa en la gastronomía, el resto de la programación también tuvo un espectacular recibimiento. Este es el caso del tren turístico que llevaba de forma gratuita a los visitantes a conocer la localidad. A pesar de que había salidas durante toda la tarde y dos por la mañana, el volumen de gente que quiso utilizarlo hizo que algunos de ellos habían quedado sin billetes.