Desde el frío norte de Noruega hasta la cálida costa atlántica, el sueco Jonas Böhlmark, de 34 años, ha protagonizado una de las aventuras más asombrosas del continente europeo: recorrer miles de kilómetros sobre una tabla de paddle surf para dar visibilidad al trastorno bipolar, enfermedad que él mismo padece. Este domingo, tras más de mil días de travesía, arribó a Oia, donde pasó la noche antes de continuar su rumbo hacia Gibraltar.
La historia de Jonas es, en sus propias palabras, una mezcla de superación personal, contacto profundo con la naturaleza y una búsqueda de sentido lejos de lo material. “Lo más importante en la vida es tener buenas relaciones, más que tener cosas materiales”, afirma con serenidad.
Todo comenzó en septiembre de 2022. Jonas, amante de los deportes extremos y la vida al aire libre, decidió iniciar una travesía desde el norte de Noruega. Primero corrió por las montañas junto a su mejor amigo, luego remaron 540 kilómetros río abajo, para continuar en bicicleta hasta llegar a Kilpisjärvi, el pueblo que comparten Suecia, Noruega y Finlandia.
Pero al mes, su compañero abandonó. Desde entonces, Jonas no se ha bajado de su tabla de Paddle Surf, avanzando a golpe de remo, con todas sus pertenencias sobre la tabla: un saco de dormir, algo de ropa, comida, una hamaca, un móvil, y su medicación, que sus padres le hacen llegar cada dos meses allá donde se encuentre.
Durante casi tres años ha dormido en playas, bajo las estrellas. Solo regresó brevemente a casa tras una pequeña cirugía en Santander. Sin patrocinadores —renunció a ellos por coherencia con su filosofía de vida—, su única fuente de ingresos es una página en Patreon, donde quienes lo siguen pueden colaborar con pequeñas donaciones. En su tabla no hay logos de marcas: solo los mensajes de apoyo de quienes ha conocido en el camino.
Una llegada inesperada a Oia
El domingo pasado, Jonas llegó remando al puerto de Oia, en medio de un mar agitado. Gonzalo Cosío, presidente de una asociación solidaria de Vigo, lo vio desde el monasterio. “¡Ostras, qué alucinante! ¿De dónde viene este tío?”, exclamó al presenciar su llegada. Gonzalo y su pareja lo acogieron para que durmiera junto a su furgoneta y compartieron con él el desayuno a la mañana siguiente.
“Nos parece increíble su aventura. Es algo que dices tú, madre mía, lleva dos años desde Noruega sólo para dar visibilidad a una enfermedad como es el trastorno bipolar”, señala Gonzalo.
La noticia de su presencia corrió rápido. Xosé, gerente de la empresa de deportes acuáticos Bai Bai Surf en Baiona, y que vio la hazaña del aventurero en la prensa, también fue testigo de la llegada. “Vi algo pequeño entre las olas y dije: ¡es Jonas! Lo seguí hasta el puerto de Oia y le ofrecí mi ayuda. Como aficionado al paddle surf, estoy flipando con su reto”.
Visibilidad y propósito
Más allá de la hazaña física, Jonas persigue un objetivo mayor: visibilizar que una persona con trastorno bipolar puede llevar una vida saludable y lograr sus metas. Además, trata de mostrar a sus seguidores en Instagram, en redes sociales o en las noticias, que “si no bebes alcohol, practicas ejercicio y vives en contacto con la naturaleza, puedes estar bastante sano”, asegura. Cada mañana toma su medicación, pero insiste: “la medicación no sirve si no tienes el estilo de vida adecuado”. Entrena entre seis y ocho horas al día, y ha convertido el océano en su hogar.
Para él, esta vida salvaje tiene un componente espiritual. “Es como mi propia religión. Dormir al aire libre durante tres años cambia tu forma de ver el mundo. Vivo con el océano y las montañas”.
Jonas no tiene un destino fijo. Su próximo objetivo es Gibraltar, y después, quizá bordeando la costa española, seguir descubriendo Europa, personas, historias y lecciones. “Esta es la aventura extrema más dura que haya hecho un sueco, y, el día que regrese a mi país, Suecia, quiero trabajar como aventurero profesional.”, dice con orgullo. Y aún no ha terminado.


