ALFREDO // Archivo

El Concello de Baiona ha cerrado un acuerdo con el Ministerio de Defensa para adquirir por casi 370.000 euros las instalaciones de la Batería Militar J4 de Cabo Silleiro tras casi treinta años de negociaciones.

El concejal de Urbanismo, Víctor Muñoz, confirmó a la Voz de Galicia que “en el próximo pleno se abordará la aprobación de una modificación del presupuesto para adquirir los 96.623 metros cuadrados por un importe total de 369.060 euros. Es un precio muy por debajo del que habrían alcanzado los terrenos en la subasta a la que se podría haber llegado si Baiona no hubiera mostrado su interés como administración preferente”.

La Batería Militar J4 de Cabo Silleiro protegió la ría de Vigo y la entrada de la bahía de Baiona desde la Guerra Civil. Se mantuvo intacta hasta principios de la década de los 90 y un pequeño retén la vigiló hasta el año 1998. A partir de esa fecha, las instalaciones militares quedaron completamente abandonadas y fueron víctima del vandalismo. “Es suelo rústico de especial protección paisajística en el que la prioridad es recuperar todo el patrimonio que atesora y que está contemplado como uso dotacional”, apunta el edil baionés a la “Voz”. “Tenemos que hacer el mejor proyecto del mundo porque el sitio lo merece”, señala Muñoz, y por ello, el gobierno local apuesta por convocar un concurso de ideas que posibilite proyectar el mayor potencial de este espacio.

Las instalaciones se levantaron tras la Guerra Civil y entró en servicio a principios de la década de los 40 como batería costera para proteger a España de un ataque por mar que nunca llegó a producirse. Los terrenos, con espectaculares vistas sobre el Océano Atlántico, albergan bajo tierra 200 metros de galerías. Excavado sobre granito, un túnel con un eje principal y varias ramificaciones conectan las piezas de artillería Vickers con el búnker de telemetría, ubicado en la zona más alta para poder divisar el horizonte hasta detectar supuestas incursiones enemigas.

La máxima protección de la batería era de 14 metros de grosor de roca sólida, construida por ingenieros alemanes conjuntamente con los españoles. Los cañones tenían un alcance máximo de 16 kilómetros y podían disparar los cuatro a la vez, ya que funcionaban con dos modos de disparo, manual por apuntador o automático (con electricidad). En cuanto a personal, se necesitaban unas nueve personas para poder disparar los cañones y sobre cincuenta personas en total eran las que trabajaban en las baterías.

Todos los terrenos necesarios para su construcción fueron “retirados” a los vecinos de Baredo por el régimen de aquel entonces, pero no fueron expropiados porque no han recibido nada por ello. Los obreros que participaron en la creación de los túneles fueron los prisioneros y, los vecinos de la zona, que trabajaron duramente a pico y pala.

CEDIDA // Militares en los cañones Vickers
FOTO CEDIDA // Las piezas de defensa antiaérea y en superficie disparando en As Mariñas.