El hotel Carabela La Pinta ha cerrado sus puertas definitivamente por cuestiones familiares el pasado 3 de noviembre después de 60 años de actividad ininterrumpida. Por el establecimiento, uno de los más emblemáticos de Baiona, han pasado miles de personas de todos los rincones a lo largo de estas seis décadas de servicio al público.
“Tras 60 años de actividad, el hotel Carabela La Pinta cierra sus puertas y nos despedimos con mucha tristeza por todo lo que dejamos atrás, pero con la alegría y esperanza de otra etapa en nuestras vidas. Muchas gracias a todas las personas que nos han acompañado y que han formado parte de nuestra vida”. Así se despedía en las redes sociales de su clientela y de los vecinos de Baiona Carmen Comeseña, gerente del hotel.
Carmen es la tercera generación de una familia, Vernet, muy conocida en la villa y que siempre apostó por el comercio y la hostelería. “Yo soy la nieta de Ángel Fernández y Carmen Pérez Vernet, fundadores a principios de los años 60 del hotel que contaba por entonces con 10 habitaciones, bar y restaurante”, recuerda Carmen Comesaña.
Tras el fallecimiento de sus abuelos en 1981, su madre, Ángela Fernández Vernet se puso al frente del negocio, pero ya sin el restaurante ni el bar. ”Yo comencé con 19 años a trabajar en el hotel con mi hermana y mi madre. Luego mi hermana se casó y quedé yo sola tras jubilarse mi madre”, explica.
Más tarde, el Carabela La Pinta se amplió a 14 habitaciones y con plazas de garaje en el parking del Aral. A pesar de ser un trabajo muy atado, 24 horas los siete días de la semana, era un negocio familiar y “había que estar al frente. Me he perdido cosas familiares, como bodas, cosas de mis hijos, el día de la madre, en las navidades celebra sólo fin de año porque después de las campanadas tenía que trabajar porque había huéspedes en el hotel, si me descuido, casi pierdo hasta mi boda, pero te tienes que sacrificar por tu familia”, comenta.
Tenían huéspedes que eran clientes muy fieles, de muchos años. “Eran como de la familia. Le tenías cariño porque venían mucho tiempo e incluso veían contigo la tele en la salita, ahora son de paso. Lo peor son las críticas en internet, son muy malas y hacen mucho daño. He cazado comentarios de vecinos de Baiona que ni siquiera estuvieron en el hotel”, afirma.
Carmen comenzó con mucha ilusión su camino para tirar de las riendas del hotel. Trató con todo tipo de clientes, nacionales y extranjeros, peregrinos o profesores. “Para mí fue muy bonito. Aquí se casó mi madre, mi hermana y yo. Mis hijos y todos los hermanos nacimos en el hotel. Me queda mucha pena porque todo esto ya viene de mis abuelos, pero al mismo tiempo me alegro porque ahora voy a estar más tiempo con mi familia, con mis hijos de 19 y 16 años”, indica Carmen, quien señala que “ahora necesito descansar y desconectar, llevar una vida tranquila”.