ALFREDO // Félix Costas con unas pocas de velutinas en la mano y al fondo los dos nuevos cohetes

La pasión de Félix Costas por la Guerra de las Galaxias y por todo lo que rodea al espacio exterior no tiene límites. Primero hizo una réplica de un avión de combate con misiles, luego un OVNI con marcianos, de metro y medio de diámetro, luego un helicóptero americano y, más tarde, un enorme transbordador espacial que hizo con materiales reciclados que recuerda a la perfección al Challenger, y en el que empleó ocho meses de duro trabajo.

Este gondomareño de 64 años convirtió su huerto de Morgadáns en un “museo aeroespacial” que no pasa desapercibido, ni por los vecinos del lugar, ni por las centenares de personas que cada día pasan por delante de su casa y se paran a fotografiar sus obras. “Lo que más paran son ciclistas y motoristas. Algunos hasta entran en la finca”, señala orgulloso de que su pasión se difunda por las redes sociales.

Ahora, a su particular museo se sumaron dos cohetes de siete metros de altura y uno de diámetro y una sonda espacial. “Me llevó cuatro meses de trabajo en mis ratos libres. Uno es un observatorio lunar y el otro un centro de investigación terrestre, de platillos volantes, humanoides y de bólidos. Los tubos son de PVC y los pinté de blanco, mientras que las cúpulas son de chapa y un herrero le dio forma puntiaguda”, explica este amante de Stars Wars, ya jubilado.

En su interior instaló monitores de TV, electrónica, componentes para investigación y una silla donde pasa horas observando el espacio con un telescopio que alcanza los 4 km de altura. «La hora ideal para observar es a partir de las dos de la mañana que es noche cerrada. Observo las estrellas, los cráteres de la Luna, chatarra espacial, satélites e incluso puedo ver las siluetas de los astronautas en la Estación Espacial Internacional (ISS). También rastreo el espacio buscando OVNIS o Bólidos, porque mi mayor ilusión sería pillar uno», manifiesta el creador de este punto turístico para fans de Star Wars y del mundo aeroespacial.

Otra de las pasiones de Félix Costas son los documentales. «Un día vi que en la India comían insectos igual que si fueran caracoles. Como en el huerto tengo uvas y peras, y las velutinas me las comen todas, puse cinco botes experimentales con distintas sustancias para atraparlas. Todas las que caen en las trampas las cojo, las lavo, las pongo a secar, las frío como cinco minutos en la freidora sin aceite, le echo sal fina y luego me las como mientras miro por el telescopio la Estación Espacial Internacional. Son como pipas tostadas. Desde que como velutinas, me siento más ágil«, apunta el gondomareño mientras nos da la siguiente receta que tiene en mente, «voy a intentar hacer un salteado de velutinas con lombrices», afirma.

Todo lo que hasta ahora ha construido con sus propias manos no le ha salido precisamente barato. Félix ya lleva invertidos unos 20.000 euros sin ningún tipo de ayuda salvo por alguna empresa de Morgadáns «que me dieron materiales, hierros y componentes» y la parroquia de Matamá, de donde es nativo, «que me han donado 1.000 euros. A todos les quiero dar las gracias», finaliza.

ALFREDO // Félix Costas señalando sus dos nuevos cohetes.