Comenzó como hobby tatuando una naranja en el confinamiento y ahora tiene su propio estudio en A Guarda. María Pérez Pilarte es una joven emprendedora de 24 años de Viladesuso, Oia, que estudió un ciclo de laboratorio, pero el transcurso de la vida la llevó por varios caminos hasta descubrir su verdadera pasión, el tatuaje.
«Comencé a tatuar una naranja porque la piel es parecida a la nuestra. Hice mi nombre con una aguja de coser y tinta de un boli, me gustó tanto la experiencia que compré los materiales. El primer tatuaje me lo hice a mí misma, tardé 4 horas y fue medio aguacate. Luego les hice tatuajes a mis amigos y familiares, y el boca a boca hizo el resto», explica María, quien reconoce que siempre estuvo tatuada «pero no se me ocurrió nunca dedicarme a esto».
Pilarte, como la llaman sus amigos, no utiliza la forma tradicional con máquina de tatuar, sino el tatuaje handpoke, una técnica manual y casi sin dolor que se empleaba hace cientos de años en ciertas culturas y que tiene su origen en el mismo inicio del tatuaje. «Retomé el nacimiento del tatuaje. No utilizo máquina, sino que mi mano actúa como un motor y voy haciendo puntitos para trazar las sombras. Es un estilo que no duele tanto y no están agresivo para la piel. Se tarda un poco más, pero es mejor y más sostenible para el medio ambiente», asegura la emprendedora.
El pasado viernes 1 de diciembre abrió Pipilarte Tattoo en la peluquería Diana Lomba, sita en la calle Julián López 15 de A Guarda. «Diana me dio la oportunidad de instalarme en su peluquería y compartimos clientes. Ya ha pasado mucha gente, tanto jóvenes como mayores, y se van súper contentos al hacerles el tatuaje con este estilo», afirma la tatuadora, a quien de pequeña le gustaba mucho pintar y dibujar.
Su nombre artístico de Pipilarte es un juego de palabras, de su apellido, y del personaje de Pippi Calzaslargas. «Es un icono en mi vida. La llevo tatuada. Me encanta su forma de vida, su locura, su pensamiento y su manera de ver el mundo», afirma la joven de Oia.