ALFREDO // Carmen Domínguez con las Compostelas en el Camino Portugués de la Costa

Tras veinte años haciendo el Camino de Santiago, y a sus 77 primaveras recién cumplidas, la baionesa, aunque natural de Mougás, Carmen Domínguez, culminó esta Semana Santa, por el momento, su último viaje a la capital gallega para ganarse la Compostela. Lo hizo acompañada de su consuegra desde Tui y en tan sólo cuatro días. “Lo hicimos con mucha prisa, a una media de 35 kilómetros diarios”, señala.

Este es el decimo primer Camino a sus espaldas. Cuando tenía 57 años comenzó una larga historia de devoción hasta hoy en día. Era el Xacobeo de 1999 cuando se puso sus “primeras zapatillas” que le costaron 8.000 pesetas, “de oferta”, en una tienda de Baiona. Sin pensárselo dos veces, y acompañada por sus compañeras de la Cofradía, esta percebeira emprendió viaje desde O Cebreiro cargada con una mochila y con mucha fe. Desde entonces no hay quien la pare.

“Hace 20 años que estoy deseando hacer el camino relajada, mirar por donde voy, ver los sitios. Yo siempre recomiendo a los peregrinos que pasan por delante de mi puerta que paren en Baiona, que es muy bonita y hay mucho que ver, y eso es lo que quiero hacer yo, ver los pueblos por donde pasan los diferentes Caminos”, afirma la veterana peregrina.

Carmen recorrió todos los Caminos excepto el de la Costa. “Aunque pasa por delante de mi casa, aún no lo hice. Me encuentro con ánimos, pero quiero hacerlo con calma”. Su casa es como un pequeño albergue donde los peregrinos paran a “repostar”. “Los invito a desayunar y a lo que haga falta. Una vez dos chicas se quedaron a dormir”, apunta la baionesa.

Antes de prender viaje, la peregrina prepara la mochila y pesa la ropa para que sea más ligera. Lleva lo necesario, alcohol, betadine, gasas, vendas, aguja e hilo, un neceser, gel para lavar los calcetines, nueces, chocolate con almendras, frutos seco y agua. “Si me pesa mucho la mochila, me afinco contra algo, respiro y continuo”, declara.

En sus once peregrinaciones a Santiago nunca le han salido ampollas. “Lo importante del calzado es que sea de un número más grande de lo habitual y tienen que ser suaves”, explica. “Nunca tomé menos pastillas que este año. El camino hace sentirse a uno bien, me relaja y lo paso bien”, sonríe.

Este lunes fue su 77 cumpleaños y celebró acompañada de sus hijos, que le regalaron una camiseta con una de sus fotos y un mensaje: “No hay piedra que te pare”.

Su historia anima a cargarse la mochila.Al llegar a Santiago se siente una satisfacción que sólo conoce el que ha hecho su propio camino”, concluye la peregrina más veterana de Baiona.